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jueves, 8 de septiembre de 2011

Fenómenos Extraños



Una cosa es desaparecer sin dejar RASTRO, pero hacerlo a la vista de testigos es extraño por decir lo menos posible. Incluso así, eso fue exactamente lo que le ocurrió a Orion Williamson, en julio de 1854, ante los ojos de su propia mujer, de su hija y dos vecinos, en Selma, Alabama. En un momento dado, el hombre caminaba por sus pastos; al siguiente había desaparecido. De la búsqueda que siguió, en la cual participaron incluso perros sabuesos, no resultó ningún indicio: ni hoyos ocultos ni el menor indicio de Williamson.

Otro incicente similar ocurrió en Gallatin, Tennessee, en septiembre de 1880, cuando el hacendado David Lang salió a recorrer sus campos, a la vista de su mujer, y simplemente se desvaneció en el aire. Esta desaparición también fue presenciada por un juez local, August Peck y su cuñado, quienes acababan de llegar a la finca de Lang y lo habían saludado momentos antes por medio de señas.

Las pruebas misteriosas de otros casos similares incluyen pisadas que llegaban hasta cierto punto y de repente se detienen. Por ejemplo, una noche de noviembre de 1878, un joven de dieciséis años, Charles Ashmore, de Quincy, Indiana, fue a buscar agua por encargo y nunca más volvió. Cuando más tarde salieron a buscarlo, su padre y hermana encontraron sus huellas marcadas en el suelo húmedo y las siguieron, pero de pronto se acabaron, antes de llegar a la mitad del camino hacia la fuente.

En dos casos, también relacionados con fuentes y que coinciden misteriosamente entre sí, dos niños de once años, ambos llamados Oliver, desaparecieron en Nochebuena, sólo que con diez años de diferencia y en distintos continentes.

Oliver Larch desapareció en 1889 en el camino de la fuente de la residencia familiar en South Bend, Indiana.

Oliver Thomas, de Rhayder, País de Gales, parece haber sido víctima de fuerzas misteriosas en 1909. Su familia oyó sus gritos desesperados:

-¡Socorro! ¡Me han agarrado!

Pero cuando salieron, el niño no estaba por ninguna parte. Siguieron sus pisadas hasta que se acababan abruptamente a medio camino de la fuente.

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