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lunes, 21 de noviembre de 2011

Resuelven el misterio de las montañas ocultas bajo la Antártida

Los científicos dicen que ahora pueden explicar la existencia de las que son, quizás, las montañas más extraordinarias de la Tierra.  Las montañas Gamburtsevs son del tamaño de los Alpes europeos y sin embargo están totalmente enterradas bajo el hielo de la Antártida.

Su descubrimiento en la década de 1950 fue una gran sorpresa. Se creía que el lecho de piedra del continente helado era plano y sin accidentes. Un nuevo estudio publicado en la revista Nature revela que la cadena montañosa se formó hace más de mil millones de años.

Las montañas Gamburtsevs son importantes porque se cree que allí fue donde la capa de hielo que hoy conocemos inició su marcha a través de la Antártida. El desentrañar la historia de estas montañas escondidas también ayuda a los estudiosos del clima, pues les sirve para comprender no sólo los cambios pasados en la Tierra, sino también los posibles escenarios futuros.

"Estudiar estas montañas fue un reto increíble, pero lo hemos conseguido y hemos conseguido una historia fascinante", le dijo a la BBC Fausto Ferraccioli de la British Antarctic Survey (Investigación Antártica Británica). Ferraccioli fue investigador principal del proyecto AGAP, acrónimo en inglés de Provincia Antártica de Gamburtsev.



Para este trabajo multinacional realizado durante 2008 y 2009, se realizaron vuelos con aviones de un lado a otro en la parte oriental del continente blanco y con un radar de penetración se trazó un mapa de la forma del sistema de montañas oculto entre el hielo.

Con otros instrumentos se registraron los campos gravitatorios y magnéticos locales y se utilizaron sismómetros para observar las profundidades. El equipo de AGAP cree que todos estos datos ahora pueden construir una narrativa creíble sobre la formación de las cadena de montañas Gamburtsevs y su persistencia en el tiempo geológico.

Es una historia que comienza hace poco más de mil millones de años, mucho antes de que hubiera vida compleja en el planeta, cuando los continentes se desplazaban a la deriva en conjunto para crear una masa gigante conocida como Rodinia.

La colisión resultante hizo subir las montañas y también produjo una capa de hielo gruesa, una especie de "raíz" que se asentó sobre la corteza. A lo largo de los cientos de millones de años, los picos se fueron erosionando. Sólo la fría raíz se conservó.

Luego, alrededor de 250 millones de años atrás, cuando los dinosaurios poblaban el planeta, la corteza comenzó a separarse de una serie de fallas cerca de la vieja raíz. Esta dislocación calentó y rejuveneció la raíz, dándole el empuje necesario para levantar la tierra hacia arriba una vez más y volver a establecer las montañas.

Luego se elevaron aún más gracias a los ríos y los glaciares que dividieron profundos valles.

Esos glaciares escribieron el último capítulo de la historia unos 35 millones de años atrás, cuando se desplegaron y fusionaron para formar la capa de hielo de Antártida Oriental, lo que sepultó a las montañas Gamburtsev.




"Esta investigación realmente resuelve el misterio de cómo puede haber montañas de aspecto joven en medio de un viejo continente", dijo el investigador principal Robin Bell, del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty, de la Universidad de Columbia.

"En este caso, las Gamburtsev originales probablemente se hayan erosionado totalmente y luego regresaron, como el ave fénix. Tuvieron dos vidas", le explica a la BBC.

Es probable que de aquí en más los investigadores busquen financiación para perforar las montañas y obtener muestras de rocas. Estas muestras confirmarían el modelo que se presenta en Nature. La búsqueda también serviría para analizar el hielo antiguo.

Al examinar las burbujas de aire atrapadas en la nieve compacta, es posible que los investigadores puedan recopilar datos sobre las condiciones ambientales del pasado, incluyendo la temperatura de la concentración de gases de la atmósfera como el dióxido de carbono.

En algún lugar de la región de Gamburtsev debe haber hielos de más de un millón de años.

Esto sería por lo menos 200.000 años más que los núcleos de hielo antártico más antiguos que los científicos han estudiado hasta ahora.

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