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miércoles, 29 de febrero de 2012

Confirman la contaminación del sistema geotermal de La Selva en Girona

Vigilar la construcción de pozos, evitar la sobreexplotación de las aguas subterráneas frías cerca de las calientes y controlar la extracción de agua mineral. Estas son las recomendaciones que proponen investigadores de la Universidad Politécnica de Cataluña y de la Universidad de Barcelona tras analizar la contaminación, sobre todo de arsénico, del sistema geotermal de La Selva, en Girona. En esta comarca, conocida por sus balnearios y plantas embotelladoras, y en otras de las cordilleras costeras catalanas, también han detectado niveles de uranio en las aguas por encima de lo que recomienda la OMS.

Modelo de funcionamiento del sistema geotermal de La Selva (Girona). Imagen: SINC/A. Navarro et al.


Las aguas subterráneas de la comarca gerundense de La Selva presentan concentraciones elevadas de arsénico, antimonio y otros elementos contaminantes. El sistema geotermal del territorio, donde de forma natural fluyen aguas frías y calientes, está detrás de esta situación, según un estudio que investigadores de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y Universidad de Barcelona (UB) publican en la revista Geothermics.
“El sistema funciona por la recarga de las aguas meteóricas frías que se infiltran en las zonas de topografía alta, circulan en profundidad y llegan a un desconocido foco térmico profundo, donde se calientan, se cargan de CO2 y probablemente también de metales”, explica a SINC Andrés Navarro, profesor de la UPC y coautor del trabajo. “Después el agua lixivia las rocas encajantes (disuelve sustancias) y sale por las surgencias”.

En este proceso las aguas se van cargando de forma natural de contaminantes. Así, los investigadores han encontrado valores altos de arsénico, plata, plomo, antimonio, zinc y otros

metales en los depósitos hidrotermales de la zona, especialmente en el entorno de la localidad de Caldes de Malavella, famosa por sus balnearios y empresas embotelladoras de agua mineral.

Los resultados revelan que las aguas subterráneas presentan en algunas zonas niveles de arsénico de hasta 0,069 mg/l, cuando el límite legal en España y el resto de la Unión Europea es de 0,01 mg/l para aguas de consumo humano.

“Afortunadamente hace unos años se legisló sobre este tema, y desde entonces el agua mineral que se embotella está controlada, aunque no sé lo que ocurriría antes”, apunta el profesor. Además, en Caldes de Malavella se ha construido recientemente una planta para eliminar el arsénico de las aguas de abastecimiento público.

En cualquier caso el estudio recomienda controlar la extracción de agua destinada a las plantas embotelladoras, así como evitar la sobreexplotación de las aguas subterráneas frías cerca de las fuentes termales. De esta forma se evitaría el proceso de mezcla de las aguas y la aparición de los contaminantes.

Por el mismo motivo se desaconseja la construcción de pozos cerca de las surgencias geotermales, especialmente los ilegales destinados al riego o al abastecimiento particular. Además se propone estudiar las salidas de fluidos geotermales en áreas de descarga difusa, como algunas zonas húmedas.

El problema del uranio en las aguas
“Lo que habría que hacer es un modelo de gestión de todo el acuífero para racionalizar la extracción y el consumo del agua”, resume Navarro, que también destaca la necesidad de actuar frente a otro de los contaminantes naturales de las aguas: el uranio.

Los análisis en La Selva revelan valores “relativamente altos” (37,7 microg/l) de este elemento, especialmente en muestras recogidas en fuentes y pozos no asociados directamente con la actividad termal.

La movilización de uranio se asocia a rocas graníticas y es frecuente en suelos de las cordilleras costeras catalanas, donde los mismos investigadores han realizado otro estudio específico sobre este asunto. Las muestras se han tomado en pozos y sondeos de hasta más de 100 metros de profundidad.

Los resultados se publican en la revista Tecnología del agua y muestran “concentraciones significativas” de uranio en aguas subterráneas que se destinan al abastecimiento público y al embotellado. En concreto, en algunas partes del macizo del Montseny-Guilleries se superan los 140 microg/l.

No existen límites legales sobre concentración de uranio en las aguas dentro de la Unión Europea, pero los análisis realizados en las cordilleras costeras catalanas superan con creces los que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) o, por ejemplo, la norma que establece la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EEUU.

Tanto la EPA como la OMS fijan un valor máximo de uranio de 30 microg/l. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) está valorando establecer un valor guía sobre este elemento, pero de momento permanece el vacío legal.

La toxicidad del uranio se relaciona con la solubilidad del compuesto que lo contenga: a más soluble, más tóxico. Experimentos realizados en animales y con personas reflejan que el órgano más afectado es el riñón, aunque también se han documentado alteraciones reproductivas y en el desarrollo cuando este elemento se presenta en altas concentraciones.

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