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miércoles, 6 de junio de 2012

El caos que se desatará en nuestro sistema solar

cuando el Sol se convierta en una enana blanca


Etapa en la que el astro rey se hinchará de manera colosal, alcanzando a Mercurio, Venus y quizá la Tierra. Sin embargo, la fase siguiente, cuando el Sol se encoja hasta transformarse en una enana blanca, etapa que suele verse como la del plácido reposo de la senilidad y muerte de una estrella, se caracterizará por acontecimientos caóticos en muchos de los planetas de nuestro sistema solar.

Un estudio reciente, a cargo del equipo de Boris Gansicke, del Departamento de Física en la Universidad de Warwick en el Reino Unido ha permitido reforzar la hipótesis de lo que sucederá en esa época del futuro lejano.

Las enanas blancas son cadáveres muy densos de estrellas como el Sol, que se encogen hasta un diámetro comparable al de la Tierra. Una estrella se convierte en una enana blanca cuando ha agotado su combustible nuclear y todo lo que queda es el denso núcleo interno. Se las llama blancas porque ese es el color que mayoritariamente presentan, aunque puede haber algunas excepciones.

Las estrellas de masa intermedia (1 a 8 masas solares) terminan su vida como una enana blanca.

Durante la transición desde su etapa de estrella con reacciones nucleares hasta la etapa de enana blanca, la estrella se vuelve muy caliente. Se conocen muchos de tales objetos con temperaturas superficiales de alrededor de 100.000 grados centígrados.

Durante la transformación del Sol en una enana blanca, perderá una gran cantidad de masa, y todos los planetas dejarán de estar tan atados gravitacionalmente al Sol como lo están ahora, por lo que tenderán a alejarse de éste, a menudo siguiendo órbitas cambiantes y caóticas, lo cual puede conducir a colisiones entre planetas y otros astros, un escenario bastante parecido al de la infancia del sistema solar.

Este caos futuro podría incluso despedazar a la Tierra y a Marte, con el resultado de una gran cantidad extra de asteroides añadiéndose a los existentes.

Júpiter sobrevivirá a esa fase final de la evolución del Sol, saliendo, en esencia, indemne de la masacre planetaria. Como si pagase un precio al Sol por haberle perdonado éste la vida, perturbará gravitatoriamente a asteroides, nuevos o viejos, de tal modo que bastantes de ellos acabarán cayendo a ese Sol convertido en enana blanca.
 
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