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viernes, 24 de junio de 2016

La nieve rosa acelera el deshielo de los glaciares en el Ártico

El florecimiento de algas oscurece la superficie helada, que absorbe entonces más radiación solar

La nieve rosa o nieve sandía, como la llaman los anglosajones, por el color que le confieren las algas que viven en ella, está contribuyendo al deshielo de los glaciares en el Ártico.Hasta ahora el papel en la fusión de los glaciares del Ártico de estas algas de nieve ha sido subestimado, según las conclusiones de un estudio del Centro de Investigación Alemán de Geociencias, en Potsdam, y la Universidad de Leeds (Reino Unido), que publica la revista «Nature Communications».
Las áreas blancas cubiertas de nieve y hielo reflejan la luz solar, un efecto conocido como albedo. Pero si esta capa blanca se oscurece, en este caso por el efecto de las floraciones de algas que tiñen de rojo esta superficie helada, en lugar de reflejar la luz solar la absorbe. Stefanie Lutz, del Centro de Investigación Alemán de Geociencias y autora principal del trabajo, explica que en el transcurso de una temporada de fusión han medido una reducción del 13 por ciento del albedo causada por las floraciones de algas de nieve.
«Nuestros resultados señalan que el efecto del bioalbedo es importante y tiene que ser considerado en futuros modelos climáticos», afirma Lutz.

Retroalimentación
El fenómeno de la nieve de color rosa o rojo se presenta principalmente en los meses cálidos. Durante finales de la primavera y el verano, se forman delgadas capas de agua de deshielo sobre la nieve y hielo, tanto en el Ártico como en zonas de montaña en otras latitudes.
El agua líquida y la luz solar son cruciales para el crecimiento de las algas de nieve, que durante el invierno caen en un estado latente. Por tanto, a mayor calentamiento, más deshielo y, en consecuencia, un mejor caldo de cultivo para estas algas.


Para su estudio, los investigadores estudiaron la biodiversidad a partir de la secuenciación genética de algas de nieve y otras comunidades microbianas. Analizaron unas cuarenta muestras procedentes de 21 glaciares diferentes en el Ártico paneuropeo. Los sitios de muestreo fueron Groenlandia, Islandia, las islas Svalbard y norte de Suecia.
Y encontraron que, mientras que en las bacterias hay una alta biodiversidad, en las algas la diversidad es menor. «Nuestro trabajo abre el camino para un modelo universal de la interacción de las algas y el albedo para cuantificar la fusión adicional que se produce por la proliferación de algas», dice Liane G. Benning, coautora del estudio
Mientras tanto, un equipo internacional trabajará este verano en la plataforma helada de Groenlandia donde se está produciendo un récord en el ritmo de deshielo por culpa de las altas temperaturas para comprobar in situ en qué medida las algas pigmentadas contribuyen a la fusión.

(Fuente: abc.es)

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